alumno con discapacidad
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Una vuelta al cole para todos

Un año más, en septiembre tiene lugar la tradicional vuelta al cole para todo el alumnado de infantil, primera y secundaria y parte del universitario. Y lo mismo sucede con los centros de educación especial. Después del verano ¡es hora de trabajar y aprender! 

Los niños y niñas, con independencia de sus capacidades, vuelven al cole en septiembre

De nuevo, la rutina de madrugar, clases, recreos, deberes, actividades extraescolares… No por cíclico deja de ser un periodo importante y muy dinámico tanto para el alumnado y el profesorado, así como para las familias, que ven alterada su rutina diaria.

El alumnado con capacidades especiales, acuda o no a centros específicos, no se queda atrás en este reto educativo. Sin duda, una de los impactos más importantes, junto al emocional, es el económico.

De media, la vuelta al cole (por ejemplo, la del año pasado) supone un incremento de los costes del 10-15 % con respecto al ejercicio preferente. De media, cada familia gastó el año pasado una media de 490 euros por hijo solo en la vuelta. 

En el caso de los alumnos con discapacidad, las familias tienen que soportar mayores gastos, del tipo: terapias, tratamientos médicos, equipos especializados, acompañamiento, etc. Es un gran esfuerzo.

A pesar de la existencia de ayudas como las becas de 400 euros para alumnos con necesidades especiales, entre otras contribuciones estatales y autonómicas, lo cierto es que el mes de septiembre supone todo un reto, y no solo en el económico.

Los niños con discapacidad se enfrentan a múltiples retos 

Para entrar de lleno en el curso escolar se recomienda un apoyo emocional extra, en una época en que las familias, por múltiples razones —gastos, regreso al trabajo y a los estudios…—, soportan mucha tensión. Por ello, es importante preparar a los niños para el cambio, con tiempo. Incluso se recomienda visitar el colegio unos días antes, para ir preparándose.

También es muy importante que haya comunicación previa con los profesores y responsables educativos, para generar confianza, y para conocer las herramientas que para la inclusión y aprendizaje del alumno va a ofrecer el centro educativo.

En función de la discapacidad de la que se trate, será importante fijar una serie de rutinas y de procedimientos para que contribuir a una más rápida y fácil adaptación del pequeño o pequeña a su nuevo entorno. 

En 2031 termina el plazo para aplicación de los preceptos de la LOMLOE 

La Ley Orgánica de la Educación (LOMLOE), más conocida como Ley Celaá y en vigor desde 2021, establece que en el plazo de diez años los centros educativos ordinarios deberán contar con los recursos necesarios para poder atender en las mejores condiciones al alumnado con discapacidad. Esto es potestad del Gobierno y las Administraciones autonómicas, que cuenta con las competencias en educación.

Pese a que ya han transcurrido cuatro años desde su aprobación, todavía no se ha generalizado esta realidad, que ha provocado un gran revuelo, a favor y en contra, entre las familias y las asociaciones de personas con discapacidad. El horizonte del cambio se halla en 2031

Queda mucho por hacer, especialmente en el ámbito presupuestario, para que los centros puedan adaptarse con total garantía, acorde con la preocupación de los padres. A un lado, aquellos que consideran que los centros especiales garantizan su especial atención y desarrollo acorde con sus capacidades; al otro, los padres que consideran que es necesario evitar la «exclusión» de los pequeños y abogar por su inclusión en las aulas con el resto de estudiantes, en este caso sin discapacidad.